El otro día iba paseando por la calle y me crucé con un señor que iba hablando solo. Pensé si yo alguna vez acabaría igual y me dí cuenta que muchas veces lo hago. Soy de pensar en alto, de hablar con vosotras y vosotros por mis stories de instagram hasta las últimas consecuencias, sobre todo, teniendo en cuenta que vivimos momentos complicado para las libertades.
Hubo un momento en que imaginé que ese señor se pudiera cruzar con alguien que le diera la réplica, ahí en mitad de la calle. Parece muy loco ¿verdad? Pero podría pasar, y mas hoy en día con el mundo revuelto en el que vivimos. Dar hasta los buenos días se ha convertido en deporte de riesgo, abrir la boca hiere sensibilidades y creemos que lo nuestro duele mas que lo de otros.
La empatía viene siendo un tesoro preciado, de esos que tenemos guardado como si alguien nos lo fuera a robar, sin utilizar no vaya a ser que se gaste, se pierda o se estropee. Al igual que el respeto, ese que se mide por el ser siempre mutuo. Discrepo de las personas que dicen que todo es respetable. Vamos a poner un ejemplo: Vas andando por la calle, alguien te empuja, claramente sin querer y te pide perdón, todo correcto. Ahora vamos a suponer que vamos por la calle y ves claramente que alguien te empuja a propósito y además te espeta un “te jodes”, la verdad es que esa actitud no merece ningún tipo de respeto, otra cosa es que a nivel práctico no digas nada y sigas tu camino.
Me pasa con la ideología de cierto partido político, te empujan queriendo sin miramientos, te pisan, te insultan… eso nada tiene que ver con que tengan una ideología que no compartas. Tiene que ver con que vulnere tu libertad y tu manera de vivir y de ser. Además no es que empujen al tuntún, es que son mas propensos a empujar a inmigrantes, mujeres, gays o clase obrera. Es como si fueran, en esta metáfora, empujando selectivamente.
Ese señor me recordó que decir ciertas cosas en voz alta nos expone, no a la crítica constructiva sino a la gente destructiva. También os digo que es cuanto menos injusto quedarse con ese pequeño porcentaje de gente “bah”, la mayoría de las personas que me cruzo son buenas, saben dialogar y aunque no compartamos la misma idea disfrutamos y nos enriquecemos mutuamente. Es injusto quedarse con lo malo cuando hay mucho bueno, es contraproducente quedarse con lo malo aunque esto pese más. La mayoría de las personas son buenas, lo que hay que intentar ser es selectivo. No perder el tiempo con quien no lo merece, mejor pasear hablando solo que ir mal acompañado.
Así, que llegué a la conclusión, de que ese señor simplemente había sido selectivo en su vida. Pensar que está loco es un análisis muy ligero, de esos que acostumbramos a hacer. Somos de gatillo rápido y juzgamos con mucha ligereza. Yo me quedo con ser selectiva, incluso un poco loca, pero si voy acompañada que siempre sea de alguien que comparta mi filosofía que no mi ideología.
Luego también pensé que alguien hablando solo era totalmente inofensivo, que si algo da poder a un discurso es que lo escuche gente. Puedes decir muchas barbaridades pero si nadie lo aplaude poco puede pasar. Vamos, que no hay peor cosa que un tonto con altavoz y público. Todo no es digno de ser escuchado y quizás ahí es donde reside el secreto de ganarse ese hueco, ese espacio, ese lugar que creías olvidado porque huele como esos armarios que hace mucho que no abres.
Bizcocho de calabaza
Plato: Dulce tentación, Panes, bollos y masas, recetas del mundo, Recetas vegetarianas8
raciones40
minutos45
minutosIngredientes
190 gr calabaza rallada cruda
120 gr de harina floja
2 huevos
90 ml de aceite de girasol
50 gr de azúcar blanca
40 gr de panela
10 gr de Royal
3 gr de bicarbonato
1 pizca de sal
Ralladura de una naranja
1/2 cucharilla rasa de canela
1/4 cucharilla de comino
Instrucciones
- Empezaremos batiendo loa huevos con los dos azúcares y la ralladura de naranja hasta blanquear (hasta que casi doblen de tamaño).
- A continuación añadiremos el aceite y seguiremos batiendo. Ahora llega el momento de añadir los ingredientes secos: la harina floja, el Royal, el bicarbonato, la pizca de sal y las especias.
- A toda esta mezcla anterior añadiremos la calabaza cruda y rallada (con ayuda de un rallador no de ralladura demasiado pequeña).
- Echaremos la mezcla en un molde de cake tamaño estándar. Con el horno ya caliente previamente hornearemos nuestro bizcocho a 180 grados unos 45 minutos.
- Sacaremos y dejaremos enfriar sobre una rejilla. Una vez frío podemos espolvorear con azúcar glas.
Notas
- Podéis prescindir de las especias aunque el resultado será mas soso. Éste es un bizcocho que se consevae muy bien al tener un alto grado de humedad, bien tapado os puede durar unos cuantos días, eso si no os lo coméis antes.