¿Qué pasa con las mujeres? No, de verdad, no se qué pasa con nosotras. Todo se juzga, todos opinan y todos deciden, en muchas ocasiones sin tan siquiera preguntarnos. Todos hablan sobre nuestra forma de vestir, de si tenemos hijos o no, a que edad somos madres o con qué métodos. El otro día vi una noticia de una señora de más de 60 que había tenido un bebé, siempre he pensado que la naturaleza es sabia y que nos marca los límites de la natalidad. Por otra parte también os digo que cuando es un hombre el que tiene hijos con 60, 70, 80 o los años que la pastillita azul haga su trabajo, nadie dice nada e incluso puede valer para envalentonar a manadas de machotes. Él no es viejo ni irresponsable por que claro, damos por hecho que ese señor en cuestión no se va a hacer cargo de su hijo.
Tengo una pequeñaja que va a cumplir 7 años y visto el panorama no se muy bien cuál debe de ser mi posición. ¿Es suficiente con educar a mi hija a que se quiera y se respete? Le tendré que echar la retaila carca y casposa de: “cuidado por dónde vienes a casa”, “que te acompañe alguien”, “no sueltes el vaso en la discoteca”, “vete mas tapadita que sino ya sabes…” (ufff esta última que yuyu me da). Como decía aquella frase que vi pintada en una pared de mi barrio: “yo de vuelta a casa no quiero ser valiente, quiero ser libre”.
Y a estas alturas de la película nos encontramos en la situación de haber retrocedido en el tiempo, de pensar que la mujer camina más lento, que incluso nos dejan atrás. En este camino en el que se nos pone la zancadilla, en una sociedad que coarta nuestras libertades, un machismo que nos ahoga cada vez más y se cuela entre los poros de la piel. Me llevan los demonios cada vez que viene mi hija y me cuenta que “Manolito” le ha dicho que las chicas no pueden jugar a fútbol, corren menos o dios sabe qué. Esas lindezas a estas edades las maman en casa, amiguitos.
Peor me parece cuando una mujer intenta ser madre y trabajadora, ahí la ley se limpia la desvergüenza y te pone derechos que sabes que no vas a poder exigir u obtener, ni tan siquiera te los van a otorgar y si esto sucede así te darán tus derechos con las gravísimas consecuencias de, no sólo perder tu trabajo, sino de ser machacada para que tu solita tomes la puerta de salida. Lamentablemente lo he vivido en mis propias carnes. Queremos ser modernos cuando en realidad aunque el número del calendario te diga que estás en 2016 tu manera de ser y de dirigir tu empresa es más de principios de los 70. En los problemas laborales actuales, de lo mas variopintos en este mundo chungo en el que vivimos, ser mujer es un valor a la baja y así nos lo hacen saber empresarios sin escrúpulos que han encontrado en la reforma laboral su zona de confort. Tampoco es sólo culpa de ellos, esos “compañeros” de trabajo que comprar “reducción de jornada” como la justificación a una empresa que es un sindiós. Y la gente sorprendente mente compra y hace de mercenario sin darse cuenta de que el siguiente puedes ser tú. Me da pena admitir que entre clase política inculcando miedo con sus leyes y empresarios que hacen de estas reformas laborales su fiesta particular el tema del compañerismo se apaga con el miedo a perder tu trabajo o a sufrir lo que sufren otros compañeros. Ahí, justo ahí la clase trabajadora estamos perdidos. Algún día nos daremos cuenta.
Venimos de una generación de padres y madres que lucharon por nuestras libertades, éstas que perdemos tan rápido como el que firma una reforma de constitución en un despacho con nocturnidad.
Me gustan las mujeres libres, las que eligen su vestimenta, su maquillaje o su cara lavada, las que ríen a carcajadas, las que hablan de todo sin miedo. Me gustan las mujeres por que son mis iguales, y juntas podemos luchar, juntas podemos reír y sobre todo juntas podemos cambiar el mundo.
Bizcocho de naranja y chocolate
Plato: Dulce tentación, Panes, bollos y masas, Recetas vegetarianas4
raciones30
minutos40
minutosIngredientes
3 huevos L
120 gr de yogur natural
200 gr de harina repostera
35 gr de almendra molida
La ralladura de piel de dos naranjas
Naranja confitada (cantidad al gusto)
100 gr de gotas de chocolate negro
220 gr de azúcar blanca
120 gr de aceite de girasol
10 gr de Royal (impulsor)
2 gr de bicarbonato
Azúcar perlado (opcional)
Papel de hornear para forrar el molde.
Instrucciones
- Empezaremos rallado la piel de las naranjas en el azúcar, removeremos bien y dejaremos que salgan todos los aceites esenciales que van a dar aroma a nuestro bizcocho. Por otro lado dejaremos ya pesada la harina, la almendra molida, el impulsor (Royal. Hay que acostumbrarse a llamarlo impulsor y no levadura) y el bicarbonato.
- Separaremos las claras de las yemas, las claras las montaremos a punto de nieve y las reservaremos. Las yemas las empezaremos a montar con el azúcar, incorporaremos a continuación el aceite de girasol y el yogur. Cuándo esté bien batido le añadiremos la mezcla de harina con la almendra, el impulsor y el bicarbonato. Ahora sólo queda añadir las claras con movimientos envolventes para perder el menos gas posible.
- Por último añadiremos la naranja confitada cortada en dados pequeños y las lágrimas de chocolate negro, si la masa está bien aireada las pepitas no se bajarán. No las embadurnéis los tropezones de harina ni cosas similares por que el truco real para que las cositas que echéis a vuestros bizcochos no caigan es que la masa tenga aire.
- Pondremos la masa en un molde rectangular forrado de papel de hornear, le pondremos el azúcar perlado en la parte de arriba y lo hornearemos con el horno ya caliente a 180 grados unos 50 minutos.
- Sacaremos y dejaremos enfriar sobre una rejilla antes de devorarlo. No durará mucho este bizcocho en vuestras casas , ya me lo contaréis.
Vídeo de la receta
Notas
- Las recetas que llevan bicarbonato tenéis que tener en cuenta que empiezan a actuar una vez tome contacto con la parte ácida de la masa de bizcocho (yogur, naranja…) así que es una masa que tiene que ir de inmediato al horno.