Aquel día empezó muy temprano para mi, eran las cinco de la madrugada y me desperetó un primer aviso, me lenvaté y supe que aquel sería el día, lo que no podía imaginar es que no llegarías hasta el día siguiente.

Tuve la paciencia que siempre me falta para controlar el día mas importante de mi vida, supe recordar las palabras de la matrona y las pautas que me dió. Con cronómetro en mano sabía que todavía quedaba mucho para ver tu preciosa carita asi que me lo tomé con paciencia, me duché, me preparé y sobre las 9 de la mañana me dí cuenta de que era el momento de poner nervioso a tu padre, cosa fácil por otra parte.

El dolor que sentí aquel día es el único que merece la pena padecer, me da lástima el pensar lo deshumanizado y lo excesivamente medicalizado que está el tema de dar a luz, un momento tan bonito e íntimo debería estar mucho mas cuidado, al fin y al cabo no vas a operarte de apendicitis.

Todo marchaba fantástico, la matrona me confirmó que en pocas horas estarías en mis brazos pero las horas pasaban y no llegabas. Siempre me quedará la sensación de que mi cobardía hizo que pidiera la epidural y aquello puso en riesgo nuestras vidas. Pasaban las horas y todo se complicaba, yo tenía mucha fiebre y tú tan pequeñita te estabas cansando de pelear.

Pasaban médicos y más médicos hasta que llegó un momento que me dijeron que no aguantabas más, que había que sacarte. Me tengo como una persona valiente, de las que saben tragarse las lágrimas para no hacer sufrir a los demas pero aquel día no puede hacerlo, aquel día sentí cosas que jamás había sentido, quizás no me conocía a mi misma como yo pensaba.

Nos llevaron a toda prisa al quirófano, pregunté la hora, no sabía si era de noche o de día. Cuándo me dijeron que eran más de las once de la noche no me lo podía creer, también me empezaron a preparar por lo que pudiera pasar, la niña está cansada y saldrá con la cabeza muy apepinada por las horas que lleva empujando. Nos la tendremos que llevar, me dijeron, porque la fiebre que tú tienes no sabemos si ella también la tendrá.

Fuí cobarde y no puede parar de llorar. Sólo tuve un momento de valentía cuando me preguntaron si quería que me durmieran y dije que no, quería ver a mi pequeña viniera como viniera, fuera como fuera le tenía que dar un beso. Noté el nerviosismo en el quirófano, sabía que algo no iba bien y yo sólo podía pensar en ella. Hubiera necesitado la mano de mi chico dándome las fuerzas y energías que llevaba todo el día transmitiendome pero no puedo ser, él se tuvo que quedar fuera.

La matrona me cogía de la mano, estaba seria aunque imagino que no eran horas ni momento de estar de otra manera. Sus palabras: “tranquila todo va a ir bien, Laia enseguida estará con nosotros”. Mi cabeza iba a mil por hora, mi corazón a punto de estallar, me daba igual la fiebre, me daba igual todo, sólo quería ver la carita de mi pequeña.

Notaba todo, aunque dije que no cuando me preguntó la anestesista, solo quería que todo pasara lo más rápido posible, me retumbaban aquellas palabras de la cirujana, “está muy cansada ya no puede mas”, hablaba de mi pequeña, aquella que llevaba no sólo 9 meses esperando, llevaba toda la vida esperándola, quizás la esperaba incluso antes de que yo viniera al mundo, ella era mi destino y no podía fallar.

Sentía todo y a las 23´58 horas ya no estabas en mi interior, tardaste en respirar, aquellos segundos me parecieron media vida. La matrona te acercó a mi y solo puede decirte: “ongietorri maitia, que bonita eres”. Se la llevaron rápido, nadie me decía nada pero media hora después te trajeron a mis brazos, en aquel momento me pareciste lo mas bonito que había visto en mi vida, jamás imaginé semejante montaña rusa de emociones. No sabía si reir o llorar cuando me dijeron que estabas bien, que quizás yo habría cogido un virus de quirófano pero aquellas palabras ya no me preocupaban porque tú estabas perfecta.

Yo sé que naciste el 27 de Noviembre a las 23´58 minutos aunque en tu partida de nacimiento pone que viniste a este mundo el día 28 a las 00´05. No me importa porque naciste sana y preciosa después de todo lo que luchamos juntas aquel día. Siempre me quedará la sensación de que si ella y yo hubieramos vivido ése día hace unos cuantas docenas de años ninguna de las dos estaríamos en este mundo.

Cada dia que te miro doy gracias por tenerte, me siento la mujer mas afortunada por ser tu madre y se que serlo siempre será lo mas bonito de mi vida. Hoy cumples 3 años de alegrías, juegos, risas, abrazos, casquetas, lágrimas, bailes y sobre todo vida. No te voy a decir que te quiero porque se queda corto para expresar todo lo que siento por ti. Sólo me queda dedicarte esa canción que te calmaba, ésa que te ponía cuando éramos una y reconocías. La recuerdo mirándote a los ojos y haciéndome sentir la persona más grande y más insignificante al mismo tiempo. Siempre juntas, siempre unidas porque lo único seguro que tengo en esta vida es que seré siempre tu madre y tú siempre serás mi hija.

Zorionak Laia!!

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