Llevo un verano de lo mas ajetreado, de hecho tengo la sensación de no haber pasado mucho tiempo en la cocina. Hay días que una tiene que elegir entre disfrutar de la vida o disfrutar de la vida y en ese disfrute una se siente culpable, espero que me perdonéis lo poco que he pasado por aquí con estas dos recetas que os traigo hoy.  Se que dentro de ese disfrute entra el comer bien, el compartir una buena mesa y disfrutar de una buena digestión. El problema viene cuando tu día esta ocupado por horas de trabajo y horas de madre (a ninguna de las dos se puede renunciar pero a la segunda mucho menos) y lo poco que te queda quizás quieras tener un ratito de relax y ocio. He pasado el verano cocinando platos que no me hayan llevado mas de 15 minutos y he de decir que se puede comer bien, pero que muy bien. Lo malo que la despensa no se llena sola pero eso es lo de menos porque ir a al mercado en un salto no te llevará mas de 30 minutos, ademas puedes aprovechar para tomarte un aperitivo a tiempo.

Se me ha pasado el verano volando, he tenido la suerte de haber aprovechado cada segundo libre que he tenido, de esas vacaciones en las cuales me he dado cuenta de que mi pequeña cada vez es menos pequeña y que una vida mejor es posible. En mitad de la velocidad de crucero que llevamos echar el freno y parar a mirar el paisaje es totalmente recomendable, casi hasta obligatorio. La felicidad uno lo puede encontrar en muchos sitios, de hecho el lugar no es lo importante, mi felicidad siempre está donde se encuentren los míos. Este verano me ha servido para darme cuenta de que soy muy afortunada, mucho mas de lo que creía y que fabricar nuevos y rememorados recuerdos con mi pequeña es un lujazo, una manera de darme cuenta que a pesar de los pesares mi infancia tuvo cosas preciosas que ahora Laia me “obliga” a volver a vivir.

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Tan solo cinco días me separaron de mi ciudad, el resto ha sido un volver a vivir una Donostia que es un lujazo de vivir a pesar de que este verano me ha dado miedo ver la explosión turística, una que me ha hecho huir de lugares como nunca me había ocurrido. Muy a mi pesar habrá que acostumbrarse y rezar para que algún rinconcito de la ciudad quede lejos de la masa turista. Estaba claro que una ciudad como mi Donostia tarde o temprano iba a llegar a conocerse en muchos rincones de este planeta sin remedio. Me cuesta asimilar grupos de turistas siguiendo una guía paraguas en alto, tener que hablar en euskera en bares de pintxos para que no te timen o te traten como es debido, soportar clavadas (dícese de cañas a más de 3 euros) y asimilar que hasta octubre no volveré a muchos sitios de mi ciudad.

Ayer me reconcilié un poquito con la Bella Easo cuando vi que la Isla Santa Clara todavía es aquello que vivía de pequeña, que hasta que salga en alguna revista de postín o algún incauto la ponga en el punto de mira será un reducto para autóctonos a la par que Cristinaenea y algún otro lugar de la ciudad. Volver a la isla fué maravilloso y aunque no fuí capaz de encontrar el olivo que plató mi abuelo noté que algo de mi seguía allí y ahora lo vivo con ella, con la personita que hace que mi mundo sea mejor y mis recuerdos mas recientes.

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Pena que vaya terminando el verano, pena que vuelva la rutina y perdamos el tiempo para contar estrellas y leer cuentos sin prisa. Aunque hacer el puzzle para seguir la rutina de los adultos sea complicado tener a mi peque el tiempo restante es de lo mejor que hay. La vuelta al cole es inevitable así que seguiremos exprimiendo el tiempo que nos quede juntos al máximo, la vida al fin y al cabo consiste en eso, acumular vivencias para convertirlas en recuerdos.

ENSALADA DE HIGOS Y QUESO DE CABRA.

ensalda de queso de cabra e higos

Ingredientes.

Brotes de lechugas variadas

Rulo de queso de cabra

Higos frescos

Azúcar

Miel

Aceite de oliva virgen extra

Vinagre de módena

Sal

Cómo se prepara.

Empezaremos cortando los higos a la mitad, pondremos un poco de azúcar en el fondo de la sartén y cuando esté caliente pondremos los higos por la parte cortada, dejaremos que se doren con el azúcar un par de minutos. Tenemos que procurar que no humee para que el azúcar no amargue así que controlar la temperatura. Por otro lado aliñaremos las lechugas con sal, aceite de oliva virgen extra y vinagre de Módena, la pondremos en el fondo del plato.

Haremos el queso de cabra a la plancha, a fuego fuerte máximo un minuto de cada lado. Pondremos el queso sobre la lechuga en mitad del plato y a los lado dispondremos tres higos (seis medios higos) por plato. Terminaremos con un hilo fino de miel sobre el queso y los higos. Ésta es una ensalada que se sirve templada.

On egin

 

ENSALADA DE LANGOSTINOS Y MEJILLONES.

ensalda de langostinos y mejillones

Ingredientes.

Brotes de lechugas variadas

Mejillones cocidos o frescos (cocer en casa)

Langostinos

Limón

Cebolleta

Tomate rallado

Vinagre de vino blanco

Aceite de oliva virgen extra

Sal

Cómo se prepara.

Empezaremos poniendo la lechuga en el fondo del plato y cortando la cebolleta bien fina que irá sobre la lechuga. Pondremos los langostinos crudos en un plato, les añadiremos sal, un poco de aceite de oliva y unas gotas de limón, los embadurnaremos bien y los haremos a la plancha muy caliente y a penas unos tres minutos. En esa misma sartén con el fuego ya apagado añadiremos el tomate rallado para que coja todo el sabor que han dejado los langostinos, ese tomate lo añadiremos al cuenco que ya habremos preparado con cuatro cucharas soperas de aceite de oliva virgen extra y una de vinagre de vino blanco. Mezclaremos bien y añadiremos la sal.

Los mejillones los podemos comprar ya en su jugo y sino los coceremos en una cazuela cerrada unos diez minutos. Pondremos los mejillones sobre la lechuga, unos langostinos al medio y la vinagreta templada por encima. Podemos terminar con un poco de cebollino picado.

On egin!