Mientras escribo parece que el mundo se va a acabar ahí fuera. Frío, lluvia, viento, granizo y todo lo agradable meteorológicamente hablando que os podáis imaginar. Esto no ayuda mucho a que una se anime pero si ayuda a que tengas que ocupar el tiempo en tareas domésticas de esas que me gustan. Creo que no nací para ser ama de casa, de hecho me parece uno de los peores trabajos que puedas imaginar. Qué mérito tienen esas mujeres que han sacrificado su vida por su familia sin pagas extras, bajas o cestas de navidad, en muchos casos ni tan siquiera una palmadita en la espalda.

La verdad es que siempre pienso que si fueran hombres los que se ocuparan de estos menesteres hace tiempo que sería un trabajo bien remunerado. El caso es que me quedo con lo mejor de ésta profesión, ir a buscar a mi hija todos los días al colegio es lo mejor que me puede pasar, mi pequeño Oasis de alegría, ella es la que me da fuerzas para todavía seguir peleando.

No pierdo la esperanza en que un día me levante y algo bueno me espere a la vuelta de la esquina, mientras tanto seguiré esperando como el que espera el autobús. Vuelvo a mis buenas costumbres, esas que no tenía que haber abandonado, leer, aprender y poner en práctica es una de las cosas que mas me gusta. Además casi siempre tengo la suerte de que mis experimentos suelen salir bastante bien.

Ayer también hacía un día de perros, después de haber editado un par de recetas para CocinARTE decidí leer un rato, el caso es que me encontré con ésta receta en el libro Aprendiz de panadero y me pareció una buena manera de pasar la mañana y de dejar algo especial preparado para la cena. Cada vez que alguien me dice que planchar le relaja no lo entiendo pero quizás otros tampoco puedan entender que a mi amasar me relaja y la verdad es que ayer tuve una mañana de lo mas Zen. Había dejado de amasar porque no era capaz ni de concentrarme pero he decidido que pese a mi, lo que pase pasará.  El mundo no se para y sigue girando. He decidido luchar, si no es por mi será por los que me rodean. Así que volví a amasar, a disfrutar de lo que me gusta y encima descubrí un pedacito de otra cultura que es de las cosas que más me llenan.

LAVASH, el pan armenio crujiente.

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INGREDIENTES

190 gramos de harina panadera recia ecológina El Amasadero

4 gramos de sal

5 gramos de levadura fresca

22 ml de miel o azucar invertido

14 gramos de AOVE (en la receta original aceite de girasol)

De 90 a 120 gramos de agua (dependiendo de la harina)

Semillas y especias al gusto

INSTRUCCIONES:

Meteremos todos los ingredientes menos las especias y semillas en un cuenco y amasaremos durante unos 10 minutos, hasta que tengamos una masa homogénea. Haremos un bola y la dejaremos en el cuenco bien tapado fermentar durante 90 minutos.

Transcurrido éste tiempo sacaremos la masa del cuenco y le quitaremos el gas que pueda tener. Echaremos un  poco de harina en la encimera o aceite con lo que os apañeis mejor, intentaremos estirar la masa lo mas posible, podemos hacer pequeños reposos para que la masa se relaje y podamos estirarla mejor. Tiene que quedarnos lo mas fina posible, cuando la hayamos estirado la pondremos con mucho cuidado en una bandeja de horno con papel de hornear.

proceso

Pulverizaremos agua encima de la masa e iremos poniendo las semillas y las especias que más nos gusten, pocas porque la masa es muy fina. Yo le puese orégano, pimentón, sésamo, amapola, tomillo, tomate seco y sal en escamas. Cortaremos, no hace falta que sea uniforme, la gracia está en que queden irregulares y hornearemos a 180 grados unos 15 o 20 minutos.

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Sacaremos y dejaremos templar sobre una rejilla. Me parece un pan perfecto para acompañar hummus, guacamole, queso, embutidos, ensaladas o simplemente asi sin mas.

¡Buen provecho!  On egin!