Sabía que llegaria el momento de hablar de ella, una mujer que ha marcado mi vida. Las madres son heroínas en su gran mayoría pero la mía a parte de eso es una mujer luchadora como ella sola. Imagino que ese sentimiento de lucha me viene de ella. Las mujeres somos fuertes y esa es una de las lecciones de vida que me ha dado mi madre, como esas herencias tan vitales como importantes que espero transmitirle a mi hija también.

Cuando la vida te da cartas malas tienes que seguir jugando la partida y eso es lo que le pasó a mi familia. Mi vida dió un giro inesperado y difícil cuando mi padre nos dejó, yo era pequeña, con tan solo 7 años mi vida cambió de golpe y tuve que adaptarme a un mundo desconocido para mi. Mi madre, una mujer joven, con tan solo 37 años se encontró sola con  mi hermano y conmigo. Recuerdo cómo le decía, “Ama tranquila, no estas sola” y ahora de adulta entiendo cómo tenían que ser esas noches con la mitad de la cama vacía. Mi cabecita de 7 años no podía entender lo que había pasado pero si me daba cuenta de que la vida, nuestras vidas, jamás serían lo mismo. Hasta tal punto que hoy a mis 34 años me sigo preguntando qué hubiera sido de nuestras vidas si mi aita (padre) no hubiera faltado, cuánto de orgulloso hubiera estado de conocer a sus nietos, de conocernos a mi hermano y a mi de adultos. Me imagino sus consejos, sus abrazos y sus palabras, me las imagino porque sé que en cierta manera él vive en mis recuerdos.

Esas cosas nunca las sabré. Me tocó luchar desde bien pequeñita y creo que nunca he dejarlo de hacerlo, es mi modo de vida. Mi madre tuvo que trabajar duro para sacarnos adelante y nosotros con ella. Recuerdo el horario de tareas domésticas pegado en la pared de la cocina, recuerdo lo que me costaba muchos días cumplir con esas tediosas tareas. Aunque el recuerdo más intenso para mi es el de cocinar para mi familia subida a una silla con tan solo 8 años, la percepción no era tan dura como me parece ahora, veo a un niño de 8 años y me parece tremendo imaginármelo cocinando, limpiando y haciendo todo lo necesario para ayudar a tu familia. Aunque creo que todo esto tiene una lectura positiva, todo lo que hice, todo lo que sentí y siento hacen de mi la persona que soy hoy.

Mi madre es una mujer que se merece lo mejor de la vida y aunque no haya tenido tanta suerte como debería se que de alguna manera la vida se la está devolviendo. Aunque su lucha nunca ha terminado porque la vida te sigue poniendo zancadillas ella siempre está bien rodeada y sus dos nietos son el regalo más bonito que tiene. Si la vida fuese justa ella se merecería la mayor de las felicidades. En la vida sólo aspiro a nunca agachar la cabeza como ella me ha enseñado.

A parte de ser una mujer trabajadora y luchadora también es una excelente cocinera, creo que algún gen de esos me ha llegado, bueno de ella y de mi bisabuela que se la llevaron de Bilbao de cocinera a uno de los mejores restaurantes de Madrid de la época. Mi cadena genética está llenita de pinceladas de grandes mujeres, otro día os hablaré de lo grande que fué mi abuela María. Este plato que os traigo hoy es uno de esos que ha pasado de genereción en generación en  mi familia y aunque sé que hay mucha gente que le da repelús a mi desde bien pequeñita me ha encantado, es uno de los sabores de mi infancia, un recuerdo guardado para toda la vida.

CALLOS “LA RECETA FAMILIAR”.

callos

INGREDIENTES:

1 Kilo de callos

1 hueso de jamón o ternera

Chorizo de cantinpalo

1 loncha gordita de jamón

2 cebollas

4 o 5 zanahorias

1 lata de tomate pelado (o 3/4 de kilo de tomate pera)

1 vaso de vino

2 vasos de caldo de verduras

Sal

AOVE

Guindilla cayena (opcional)

INSTRUCCIONES:

Empezaremos picando las cebollas y las zanahorias, las rehogaremos en una cazuela con un chorro de AOVE. Mientras se pocha cortaremos los tomates e iremos limpiando bien los callos. Lo de la limpieza de los callos es la peor tarea de ésta receta, hay que hacerlo hasta que el agua salga transparente, éste es el paso mas importante de toda la receta. Cuando los tengamos limpios los cortaremos en trozos y los añadiremos a la cazuela con el tomate troceado, los cocinaremos durante unos minutos y añadiremos el vino blanco, dejaremos que se evapore el alcohol para añadir el caldo, el hueso el chorizo cortado en rodajas y el jamón también cortadito. Cerraremos la olla rápida y una vez haya subido el pitorrito dejaremos cocinar durante al menos unos 50 minutos.

proceso

Transcurrido éste tiempo sacaremos el hueso y los trozos de callos, chorizo y jamón y las verduras las pasaremos con un pasapurés, no con batidora porque la textura es muy diferente. Cocinaremos todo conjuntamente durante unos 10 minutos y serviremos.

¡On egin!