EL otro día le dije a mi madre que me iría a vivir a un caserío con una vaca, dos cerdos, unos cuantos pollos, un gallo, una huerta, un horno de leña y mucha harina. Será que este confinamiento me ha hecho pensar en lo que realmente quiero en la vida, porque quizás me ha hecho darme cuenta que me cuesta más respirar en este sistema que ya me ahogaba de por sí.

Éste sistema que nos vendieron como única manera de vivir, éste sistema que dice que tenemos que agradecer a los que generan empleo como si fueran sumos sacerdotes y ellos solos crearan riqueza, esa riqueza que nos han vendido como la panacea de la humanidad, esa riqueza que sin los trabajadores no se genera como si fuera energía de combustión espontánea. Ese dinero tan inventado como los billetes del Monopoly por el que tienes que hacer de tu vida una carrera continua de trabajo, trabajo y trabajo, como si solo hubieras nacido para prepararte para pasar el resto de tu vida cumpliendo con esa cadena de la cual eres, como clase obrera, el engranaje necesario para que unos cuantos vivan mirándonos por encima del hombro. Porque lo peor de todo no es estar encerrado en casa, lo peor es que te tires casi media vida pagándola o tirando casi tres cuartas partes de tu sueldo en un alquiler.

Nos timaron, en muchas cosas, nos dijeron que el sistema nos acogía, que nuestros derechos que son como las cuerdas de una marioneta manejada por un grupo privilegiado de personas, eran maravillosos. Nos contaron muchas cosas que ya hace mas de una década saltaron por los aires pero que ahora mismo se tornan irónicas, casi sarcásticas. Y todavía no ha llegado la generación que de un puñetazo en la mesa y que haga tambalear este sistema injusto, totalitario y que hace de nosotros una masa aborregada y adormilada detrás de un hashtag, de una foto de instagram o un post de facebook.

El mundo ya era bastante triste, un grupo de millones de humanos a los que este sistema que critico nos ha hecho ser como un adolescente maleducado al que levanta la mano a sus padres y éstos se dan cuenta que ya es tarde para educar. La sociedad individualista y mal educada del “si está mal ya lo prohibirán” , la sociedad poco empática que es incapaz de ver en la lucha de otros la propia porque no salpicaba a su sector. La clase obrera que es capaz de criticar las condiciones más favorables de otros convenios y no luchar por mejorar los propios. Una sociedad a la que se le marcan los asientos en los buses para que seas capaz de levantar tu culo para dejarle el tuyo a alguien que lo necesita más. Una sociedad a la que tiene que prohibir fumar en un estadio de fútbol porque es poco capaz de mirar que hay un niño sentado a tu lado mientras te metes un Farias entre pecho y espalda. Una sociedad cada vez menos culta y menos cuidada porque no somos capaces de ser críticos y hacer un buen uso del único derecho que tenemos, que es elegir a los que manejan nuestras vidas.

Y aquí nos encontramos con un mundo tarde de educar pero no tarde para despertar.

Pan Bao

Receta de ainaraloPlato: masas, Mis historias, Mis panes, recetas del mundo, recetas para ocasiones especiales
Raciones

4

raciones
Tiempo de preparación

30

minutos
Tiempo de cocinado

40

minutos

Ingredientes

  • 200 gr de harina floja

  • 100 gr de agua

  • 10 gr de azúcar

  • 2 gr de sal

  • 5 gr de levadura fresca o 2 gr de levadura seca

Instrucciones

  • Es una masa sencilla de amasar, meteremos todos los ingredientes en un cuenco y mezclaremos bien. Cuando tengamos los ingredientes bien mezclados echaremos la masa a la encimera y amasaremos. Haremos la técnica de amasado y reposo, amasado de un par de minutos y reposo de otro par de minutos, con tres tandas tendremos una masa tersa y lisa. Meteremos la masa en un cuenco, taparemos bien con film transparente y dejaremos fermentar 45 minutos.
  • Pasado éste tiempo haremos bolas de unos 75 gramos y dejaremos reposar unos pocos minutos para que se relaje la masa. A continuación estiraremos con un rodillo hasta hacer un disco de 1 centímetro de grosor, doblaremos sobre si misma dejando la parte de abajo un poco mas saliente que la de arriba. Estos panes tienen que fermentar sobre papel de hornear del tamaño del pan porque luego los cocinaremos sobre ese mismo papel.
  • Dejaremos fermentar los panes bien tapados con film transparente unos 45 minutos. Prepararemos la vaporera (puede ser la de bambú, la metálica de toda la vida, el artilugio que te hayas montado para que en la parte de abajo puedas poner agua en ebullición y llegue el vapor a la parte de arriba), pondremos los panes que siguen sobre el papel de hornear, que no se peguen entre ellos, y teniendo el agua en ebullición los cocinaremos al vapor 10 minutos. Podemos dejarlos ahí dentro calentitos hasta 15 minutos mas mientras montamos nuestros baos.
  • Sacaremos los panecillos uno a uno de la vaporera y abriremos por la ralla que divide la parte de arriba y abajo con un cuchillo de sierra. Rellenaremos preferiblemente con carnes, mariscos o verduras jugosas y con salsas y si puede ser coronándolo con cebolla encurtida, cilantro, picante o similares.

Vídeo de la receta

Notas

  • Pan perfecto para gambitas con salsa picante