Llevaba un tiempo intentando buscar esta receta, dar con ella, aplicar lo que ya se y que se pareciera a aquel sabor y aquel olor que tenía metido en mi mente. Los comía hace tiempo porque tuve la suerte de tener una compañera de trabajo Argentina durante casi 9 años. Argentina me parece el ejemplo de que aceptar diferentes culturas no significa perder la tuya. Lo vi en mi compañera que me contaba que en su cultura son los mejores cocinando carne pero que además tienen la suerte de tener un pasado italiano que hace que en todas las casas se sepa preprar pasta fresca y masas de diferentes tipos. Pero no sólo tienen influencia italiana y española también tienen una amplia comunidad judía y por eso ella me solía traer estos panecillos tan delicisos. Nunca le pedí la receta y por eso mismo decidí estudiar y buscar.

Me sorpredió lo que encontré por la bloggosfera. Cada blog, cada entrada que me topaba leía y leía, todas ellas de la comunidad judía y por simple curiosidad me dió por leer comentarios. Feos muy feos, haciendo responsable a un judío de las barbaridades que hacen sus dirigentes actuales y pasados. Creo que la comida debería ser como los niños, respetable y jamás responsable de políticas mas o menos acertadas.

Nunca una ideología o un pensamiento me ha apartado de probar un plato de un sitio u otro, ni tan siquiera de conocer a una persona en concreto. Creo que uno debe vivir con su ideología pero jamás esta debería ser más importante que las vivencias que te de la vida. Pienso que los que tienen miedo a otras culturas es porque en realidad no se sienten seguros con la suya. Me gusta conocer gente diferente, me gusta probar sabores de otras partes del mundo y creo que eso no me quita lo euskalduna que me siento ni hacer que me dejen de gustar las cosas que forman parte de mi persona ni de mi cultura.

No soy pro israel pero eso nunca sería un impedimento para conocer a un israelí y mucho menos para probar sus ricos manjares. En mi mundo utópico a nadie se le debería echar de su casa. Imagino que en este país ocupado por otra civiización en tiempos ancestrales volvieran para quedarse con lo suyo. En mi mundo utópico hay sitio para todos, no hay banderas ni fronteras, no hay niños que sufren ni se comen los problemas de los adultos, viven libres sin prejuicios.

El problema es que mi mundo utópico es sólo eso, utópico.

PLETZALEJ

pletzalej

ingredientes:

200 gramos de harina panadera

200 gramos de harina de fuerza

1 gramo de malta (opcional)

9 gramos de sal

16 gramos de levadura fresca

70 gramos de aceite de oliva virgen extra

100 gramos de leche entera

120 gramos de agua

Cebolla

Semillas de amapola

Proceso:

Esta es una masa muy fácil para los que estáis acostumbrados a amasar. Pondremos en un cuenco las harinas, la sal, la levadura, la leche, el agua y el aceite, mezclaremos hasta conseguir una masa homogénea. Haremos reposos de diez minutos y amasados cortos, repetiremos un par de veces y dejaremos levar durante una hora mas o menos.

Transcurrido este tiempo quitaremos el gas a la masa y cortaremos porciones de masa de unos 60 gramos, haremos bolitas y las dejaremos reposar unos 20 o 30 minutos. A continuación aplastaremos bien con las manos (tiene que quedar bastante plano sobre todo por el centro porque sino se hincharán en el horno y no quedarán con forma de torta gordita) y pondremos la cebolla cortada en pluma que habremos tenido con sal y un chorrito de aove una media hora y un buen puñado de semillas de amapola (mis preferidas).

proceso

Les echaremos unas gotas de aove por encima y hornearemos a 210 grados unos 20/22 minutos. Sacaremos y dejaremos templar antes de consumir. Se pueden comer así mismo acmpañando una rica ensalada o también degustarla con jamón o un buen queso.

pletzalej 2

On egin and open your mind!