Después de hacer sufrir a mi pequeña todo el invierno y su aburrida (por poco variada) gama de frutas -¿otra vez manzana?- llega la primavera con su gran variedad de sabores frescos y gustosos. Empezamos con las fresas y ahora damos paso a las cerezas. Será mi parte extremeña la que me hace sucumbir a los encantos de esta fruta discotequera (de ahí el dibujo de Pacha). Si nunca habéis estado en el Jerte cuando los cerezos están en flor estáis perdiendo el tiempo, a parte de ser un paisaje digno de ver al menos una vez en la vida la gastronomía del lugar es para morir de gusto.
Todo esto me hace recordar que hace mucho que no voy al pueblo a pasear hasta el castillo o la fuente Castaño, bajar a la plaza a tomar una cerveza fría o un vino de pitarra acompañando de un platito de jamón del bueno (de ese de cerditos de patitas negras). Es un gusto ir a Extremadura, esa parte de mi os recomienda que vayáis a ver los toros bravos pasear entre olivos, eso sí que es disfrutar de la belleza de este animal y no lo que la gente va a ver a las plazas de toros. Ver a los cerdos ibéricos en las dehesas de la zona también es algo único, y si además tenéis la suerte de poder dar un paseo a caballo seréis triunfadores en tierra de conquistadores.
Esta receta es el nexo de unión entre mi parte vasca y mi parte extremeña. Tiene un gran parecido al pastel vasco de elaboración de la zona norte de Euskadi y sur de Francia (país vasco francés) y la tierra de mis abuelos, con cerezas de allí y algo de receta de aquí, es la fusión de dos culturas que tienen mucho que ver entre ellas.
No os de pereza la larga lista de ingredientes y sus diferentes procesos, la masa se puede preparar con uno o dos días de antelación y guardarla bien tapada en el frigorífico, los rellenos también se pueden hacer con un día de antelación. Todo es cuestión de organizarse para disfrutar de la vida, para esa cena de fin de semana con amigos, para ese picnic en el monte o para quedar bien con alguien. Comparto con vosotros esta receta con el acto de fe de que de alguna manera llegue a vuestras casas y os haga disfrutar y si es así hacérmelo saber.
Ingredientes.
*Para la masa:
160 gramos de harina floja o de repostería
80 gramos de almendra molida
100 gramos de mantequilla fría
1 huevo L
50 gramos de azúcar glas
1 pizca de sal
*Para el relleno:
500 gramos de cerezas sin hueso
65 gramos de azúcar
40 gramos de mantequilla
40 gramos de agua
15 gramos de maicena
*Para el crumble de avena:
55 gramos de copos de avena
30 gramos de azúcar moreno
50 gramos de mantequilla
25 gramos de harina normal
*Para la crema pastelera:
240 ml de leche
75 gramos de azúcar
25 gramos de harina
20 gramos de maicena
corteza de limón
Canela en rama
Esencia de vainilla
Cómo se prepara.
Empezaremos preparando la masa. Pondremos en un cuenco la harina, la almendra molida, la pizca de sal y el azúcar. A continuación añadiremos la mantequilla cortada en dados. Mezclaremos con cuidado, sin restregar mucho para que la mantequilla no se caliente mucho, tenemos que conseguir una textura de arena húmeda, en este punto añadiremos el huevo y mezclaremos hasta tener una masa manejable y homogénea. Taparemos bien la masa con film trasparente y guardaremos en el frigorífico o congelador.
Mientras la masa se enfría prepararemos los rellenos. Empezaremos por la crema pastelera (enlace a mi receta), la dejaremos enfriar bien tapada en el frigorífico.
Deshuesaremos las cerezas y las pondremos en un cazo con el azúcar, la mantequilla y la mitad del agua, la otra mitad la mezclaremos con la maicena. Cuando veamos que el azúcar desaparece añadiremos la maicena diluida en agua y removeremos hasta que espese, sacaremos y dejaremos enfriar.
Sacaremos la masa del frigorífico, estiraremos con rodillo y un poco de harina en la superficie, la dejaremos entre dos y tres milímetros de grosor, las pondremos en el molde metálico de magdalenas, si hay que poner algún pegote por algún agujero o tal no hay problema, meteremos al congelador para que se enfríe bien. Sacaremos y pondremos una cuchara rasa de crema en el fondo y lo demás casi hasta el borde de relleno de cerezas. Terminaremos con el crumble que habremos mezclado con la mantequilla en dados y los demás ingredientes con anterioridad.
Hornearemos con el horno caliente a 180 grados unos 35/40 minutos.
Se puede hacer una tarta grande en vez de tartas individuales, la elaboración seria la misma pero el tiempo de horno es posible que necesite unos 5 minutos más.
Se puede prescindir de la crema pastelera haciendo nuestras tartas sólo de cerezas, también quedan maravillosas.
Podemos poner el crumble para cubrir o un poco de masa un poco más fina que la que hemos usado para el fondo, si es así la pintaremos con huevo.
Para desmoldar esperaremos a que se enfríe ligeramente para que nos sea más fácil sacarlas del molde, esta tarea es un poco complicada, pasaremos un cuchillo por el borde e inclinaremos ligeramente para sacarlas, dejaremos que se terminen de enfriar sobre una rejilla.
On egin!