Este no era el plan. Pensaba escribir un bonito post donde contaros por qué he estado este fin de semana en Paris. Deciros que hoy, justo hoy hace veinte años que estoy con mi compañero de viaje, que estos veinte años han sido maravillosos y que él y yo seguimos caminando de la mano. Os contaría mi vuelta a Paris, esa ciudad que me une desde que soy bien pequeñita, que él nunca había estado y que me hacía especial ilusión hacer de guía y enseñarle mis rincones favoritos, contagiar el entusiasmo que me produce esta ciudad, el amor que tengo por ella. Os contaría también lugares maravillosos donde comer, ver cosas, pasear entre callejuelas. Os contaría que ella (Paris) me esperaba igual de bella que la última vez que la visité. Os contaría tanto, tanto, tantísimo…

primera

Pero no puedo, quizás en otra ocasión pueda hacerlo. Quizás os pueda decir que descubrí una ciudad igual y diferente, una situación que me hace “odiar” en parte al ser humano o por lo menos a su lado oscuro y la otra que me reconcilia con él. Aquel viernes salió el sol y nosotros con él a las calles de esta preciosa ciudad, paseamos entre los transeuntes que abarrotaban las calles. La ciudad era un hervidero, era viernes y se notaba. Visitamos Notre Dame, cruzamos el Sena y decidimos que ir al Louvre sería un buen plan. La tarde iba a las mil maravillas, íbamos charlando sobre dónde cenaríamos y lo que íbamos a hacer al día siguiente.

noche en Paris

Salimos del Louvre, había anochecido y decidimos dar un paseo entre callejuelas y ver esas bonitas terrazas parisinas con sus velitas y abarrotadas de gente tomándose un vino. El viernes es el día que eligen los parisinos para salir de noche y eso se notaba. Nos fuimos a cenar, entramos en un local cualquiera, sin echar mucha cuenta de dónde nos metíamos, cenamos y estuvimos hablando un rato con un mapa sobre la mesa y apuntando todo lo que teníamos pensado disfruta al día siguiente. Decidimos que ya era tarde y que además no teníamos ni repajolera idea de dónde narices había una boca de metro. Todo había empezado, nosotros oímos sirenas, no le echamos cuenta y por fin encontramos una boca de metro. A las diez menos cuarto estábamos en el andén esperando nuestro tren, Paris a esa hora se tintaba de rojo. En esas terracitas por dónde habíamos paseado ya no se oía el chinchineo de las copas, ni las risas de la gente disfrutando del vino a la vez que de la vida. La vida enmudeció para dar paso a horas de sirenas y silencios, silencios y sirenas. Llegamos al hotel y un mensaje en el móvil nos puso en alerta. En ese momento la vida fué menos vida y la nuestra se tambaleó por momentos. Habíamos estado allí poco tiempo antes, el lugar era el mismo tan sólo era el tiempo el que nos separaba.

nosotros

Vivimos una noche horrible de incredulidad, de miedo y tristeza. Nunca jamás me lo hubiera imaginado, nunca jamás había comprado boletos para una lotería así de terrorífica. ¿Vamos al estadio de fútbol y te sacas tu foto de rigor? A él le gusta visitar los campos de fútbol allá a dónde vamos, no lo hicimos, ese boleto no lo compramos.

Al día siguiente decidimos salir a la calle, esta gente no nos tiene que parar. Al fin y al cabo la vida tiene sorteos de lotería todos los días y no por ello estoy dispuesta a dejar de disfrutar de ella. Las calles estaban tristes, el metro vacío y todo cerrado. Cientos de militares en las calles, paneles de alerta terrorista, mensajes en suelos, flores por los rincones. La Torre Eiffel se apagó y Paris con ella.

liberté

Llegamos a casa el domingo y al abrazar a mi hija y sentirme en mi casa el mundo se me cayó encima. Eran demasiados boletos los comprados, la limamos amigo pero seguimos aquí en pie, no como todos los que se quedaron allí, atacados tan sólo por ser diferentes a ellos, por tener otra cultura, otro idioma, otra religión o por vivir en la libertad que ellos no tienen o no quieren que tengan los suyos. No hay que intentar buscar explicación a la barbarie porque no la tiene. Cada vez me cuesta más imaginar un mundo en paz, lo intento pero la canción de Lennon cada vez queda más lejos de la realidad para desgracia de nuestro mundo.

torre eiffel

Paris, siempre me llevo parte de ti en mi pero esta vez un trocito de mi quedó en ti para siempre.

 

Je suis Paris por que siempre lo he sido.